Por qué unos cuentan las historias bien y otros… de aquella manera.
Hablar de “storytelling” es hablar de “construir” buenas historias. No basta con contar anécdotas. Una buena historia nace del drama. Si no hay drama, no hay historia. ¿Qué sería del cuento de caperucita roja sin el lobo?
Hemos crecido escuchando historias. Leemos, vamos al cine y vemos series. Abandonamos muchas por el camino porque no logran mantener nuestro interés. Y perdemos el sueño viendo otras, aunque son “malas”, porque queremos saber cómo se resuelven. El conflicto o drama nos atrapa.
Y en eso consiste construir una buena historia. En definir un protagonista, que tiene una necesidad o un deseo concreto y que lucha por alcanzarlo, mientras algo o alguien se lo impide.
Las historias son nuestras maestras
Las historias son pequeños contenedores de sabiduría. Nos enseñan cómo actuar y nos inspiran a dar el primer paso. Nos demuestran que a veces tomamos decisiones equivocadas y nos invitan a profundizar en la manera de relacionarnos. Las historias nos ayudan a llegar a conclusiones. Nos atrapan porque nos hacen pensar. Nos ayudan a unir puntos y nos dan un espejo en el que vernos identificados. Las historias nos desatan emociones. Y por eso funcionan. Pero hay que saber contarlas.
Alguna vez te habrás visto entre amigos, compartiendo algo que te pasó el fin de semana. Empiezas a hablar y te enrollas con detalles que te vienen a la cabeza. Vas de delante para atrás porque te has dejado algo. Sientes la presión de las miradas y la ausencia de sonrisas. Metes un poco de salsa para ver si reaccionan. Sigue sin pasar nada. La persona que estaba contigo en aquel momento te mira como diciendo eso no fue así. A ti eso ahora no te importa. Estás buscando el drama. Pero, llegas al final y no ha pasado nada. Terminas y tus amigos pasan a otro tema.
Contar historias no es fácil. Porque no son anécdotas que no sabemos a dónde nos llevan. Las historias son maestras. Así que ahí lo tienes. Por eso algunos cuentan buenas historias y otros… de aquella manera.
Tú también puedes contar una buena historia
La próxima vez que construyas una historia para compartir, recuerda la siguiente estructura narrativa básica:
Escena de partida: Tenemos un protagonista. Introdúcelo dentro de un contexto y cuéntanos qué quiere, cuál es su deseo o necesidad.
Detonante: El protagonista ahora tiene un problema. Introduce el incidente que hace que la vida del protagonista cambie a partir de ese momento (para bien o para mal). Es tu momento para introducir el conflicto y quién o qué lo ocasiona.
Desarrollo de la acción: El protagonista decide enfrentarse al problema repetidas veces. Describe las situaciones que se le presentan como consecuencia de la aparición del conflicto, y que hacen que se acerque o aleje de conseguir lo que quiere.
Clímax: La cosa se pone peor. Representa el evento más importante de la historia, que permite que el protagonista triunfe o fracase en su objetivo. Culmina su deseo, satisface su necesidad, o no lo logra.
Desenlace: Recoge los flecos que quedan sueltos. Es el momento de cerrar la historia y dejar claro el aprendizaje.
Ahora ve practicando, y en otro artículo te cuento cómo contar historias que te ayuden a movilizar a empleados, compañeros o clientes, en tu negocio o empresa.